Como un cura de pueblo sin poder tocarte/quisiera escribir sobre aquel banco que te nombra. Tus manos anónimas de abrazos de osos que ya no están, de ruiseñores/ me seducen, me atan y apagan el atardecer en ellas./ Quiero recodarte ahora que comienzo a olvidar, sacarte para traerte y brillar./Y luego ir por allí a buscar voces y aromas, a esperar la sombra que me queme.
Germán Hess
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