Eran los ochenta, tal vez mediados, sé que te acordás, que algo había sucedido. Una noche de poca gente en un boliche en las afueras. Último tren a Londres era el mojón que marcaba el inicio de los lentos y yo fumaba sin parar.
El flaco no entendía que me pasaba con vos. “Si ni te da bolas”. “Te la pasas subiendo esa escalera mecánica de mierda, (tan moderna en aquellos tiempos) nada más que para mirarla como vende perfumes abajo” me decía.
No me importaba, ese sábado saldría con ella, le diría que me gustaba y le robaría un beso. El plan perfecto practicado como si fuera un robo a un banco.
Sus ojos iluminaban, juro que así era, el vestido blanco hasta sus rodillas me insinuaba que tal vez mis sueños serían posibles.
Hoy después de tanto sé que sólo recordás que te pusiste un vestido blanco, yo en cambio de tanta ausencia abrigada en la nostalgia imagino que sigues por allí bailando en la ternura cada vez que te pienso.
Germán Hess
2011
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