Estaba vedado el nombre del padre. En éste caso el de mí padre. Y luego aparecieron los silencios por no ser descortés, para ser políticamente correcto, para no molestar dirían. Estaba todo perfectamente simulado, atado a la normalidad que la hipocresía otorga. Pasaron los años de desverbalizar, de aguantar como sea la bronca, de gritar en silencio, de no decir nada y pretender que se ha dicho demasiado.Debo aceptar lo que el otro dice, comenzar a dialogar me recomendo la psicóloga.
Y ahora casi acepto a todos, hasta a los que me silenciaron.
La aceptación es una palabra poderosa, porque implica la voluntad de escuchar y estar receptivo. "Aceptar no significa necesariamente que adopto el punto de vista del otro; significa que acepto el derecho de la otra persona de tener opiniones diferentes a las mías. También me acepto a mí mismo. No deseo juzgarme por errores pasados. Me doy la libertad de cometer errores, de tener un punto de vista único y diferente al otro, de continuar aprendiendo como ser espiritual. Acepto las diferencias y celebro la individualidad de cada persona".( Tomado de un mail de Néstor Rizzo. Gracias Marcela)
Germán Hess 2011
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