Era maravilloso preparase para venir al centro. Había mágia en pensar que el colectivo nos dejaba cerca y que caminaríamos por la peatonal mirando las vidrieras con la ropa que una vez cada tanto nos compraríamos. No necesitábamos mucho, con una remera o un pantalón cada algunos meses nos servía para sentirnos unos galanes. Luego de caminar de una punta a la otra de la Peatonal Córdoba, lo habitual era sentarnos en "Remember" y pedir un jugo de durazno con un "Carlitos". Todo nos alcanzaba, que pocas cosas eran requeridas para sentirnos plenos de dicha. No imaginábamos que alguna vez podríamos llamar por teléfono a esa chica desde el mismo bar o desde la calle caminando. Las cartas eran en papel y sin "asunto", era un ejercicio que nos abría la cabeza para que fluyeran las palabras y el papel las absorviera al igual que la tinta de las lápiceras de pluma. Horas en los bares charlando sobre cualquier tema, fumando y riendo, esperando que el fin de semana sea de encuentro, de amor o de "Chape". Estoy nostálgico de los rituales, de las carencias de cosas materiales que tan bien hacían al crecer para no tener faltas de imaginación en las reuniones. Una siesta de verano era con un libro, una navidad era con vecinos, han desaparecido los viernes de taller mecánico, donde juntábamos la plata para comprar unas pizzas y alguna cerveza con "Fanta" y el capot de un auto servía de mesa. Los viernes eran sin pareja, pero para buscar pareja para los sábados. En definitiva carecer era poseer más cosas, las faltas nos ayudan a crear a ser imaginativos. Los años que pasaron no fueron los mejores pero el presente que se avizora no ayuda mucho al futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario