sábado, 13 de enero de 2018

*Ahora el silencio es más silencio.


Vivimos un carnaval tras un continente circense dónde se esconden los fracasos; tenemos las máscaras y las usamos.
La noche instiga a preguntarse sin tener recelo a que responda.
Tal vez la delicada llovizna empuje un poco a remontar el vuelo de las palabras. Mi memoria es un pecado, repleto de olvidos y perdones.
Más no me aferro a sus desvanecidos sufrimientos, los absuelvo.
Acorralado en la noche agitando los afueras, los secretos de otros, los propios, los deshonrosos para otros.
Necesito de una caricia que me haga brotar la precisa geografía de una madreselva, el sentir olvidado, la voluntad inconclusa, lo que el lírico llamaría amor y desesperanza.
Demando a la noche sus dóciles penumbras, sus ayeres de crepúsculos furtivos, de hadas errabundas y brujas despechadas.
Es la pasión que nadie ve y me presiente, me huele a lo lejos. Soy los labios que no respiran, el incienso a mineral fecundo, soy el silencio.


Germán Hess - 2017

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